martes, 2 de novembro de 2021

UN CLUB MUY ESPECIAL

Cuando padeces una enfermedad oncohematológica entras a formar parte de un club. Da igual tu edad, tu ideología, tus creencias, tus vivencias previas, porque dentro de ese club solo son importantes dos cuestiones:

La primera, que mágicamente se produce el entendimiento pleno del resto de los integrantes del mismo. Al que no ha pasado por esta situación en primera persona le cuesta empatizar con ciertos procesos comunes a la mayoría de nosotros. Se trata de enfermedades que en muchos casos se complican y se prolongan terriblemente en el tiempo, y donde la posibilidad de la recaída está en nuestras peores fantasías durante años. Además, los tratamientos para la curación son dolorosos, largos y muy incapacitantes. Por si esto fuera poco, en la mayoría de los casos, uno no vuelve a ser el que era, ya que el cuerpo queda en menor o mayor medida resentido. Te comparas con las personas de tu edad, y ves un abismo que os separa, aunque consigas igualmente ser plenamente feliz por el simple hecho de estar vivo. El foco tan potente sobre la muerte te hace ser más consciente de la fragilidad y maravillosa oportunidad que es la vida, si sabes aceptarla tal y como viene.

La segunda cuestión es la necesidad tan grande de los integrantes del club de que al resto les vaya bien. No lo deseas exclusivamente porque te puedas comparar con ellos. No se trata de una cuestión egoísta, es más bien lo contrario. Deseas genuinamente que puedan seguir adelante con sus vidas, que los tratamientos sean un éxito. Que podáis celebrar juntos el fin de una etapa. Por suerte, gracias a la ciencia y a los profesionales de la salud, en una amplia mayoría de los casos, es así. Por desgracia, en algunos casos, se producen bajas entre nuestros “socios”.

Ayer ha sido uno de esos terribles días en los que hemos perdido a uno de nuestros componentes, para mí muy especial. Se ha producido una baja irremplazable, aunque seguirá presente en el recuerdo y en el corazón de todas las personas que tuvimos la suerte de conocerla.

Iria, la única forma que se me ocurre de dignificarte es escribirte estas líneas, y continuar el tiempo que me queda de vida con la misma pasión y ganas, las misma que tú procesabas. Sentí un flechazo desde el primer día que te vi, más allá de que formases parte de mi equipo. Te llevo dentro, para siempre.

Por Iria y todos los que se nos han ido, seguiremos adelante, porque somos un equipo, un club muy especial.

Elena Velasco

 

UN CLUB MUY ESPECIAL

Cuando padeces una enfermedad oncohematológica entras a formar parte de un club. Da igual tu edad, tu ideología, tus creencias, tus vivenc...